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Gatlin-Bolt, hay partido

El norteamericano intenta marcar territorio con el mejor tiempo en las series (9,83s con viento a favor), pero el jamaicano se muestra preparado para el desafío

Carlos Arribas
Bolt, durante las series de 100m, en Pekín.
Bolt, durante las series de 100m, en Pekín. WANG ZHAO (AFP)

Cada persona es un mundo y cada aficionado, un sabio, y unos colores. Después de ver a los protagonistas en acción por primera vez en el Nido, el duelo del Mundial, el Gatlin-Bolt que todos esperan a la hora del café del domingo (15.15) ha tomado más aún carácter de derbi futbolístico, de uno de esos enfrentamientos que exigen a todos tomar partido, quieran o no. Y, visto lo ocurrido en las series, sin más argumento que el deseo, o el egoísmo. Los periodistas, mala gente, como se sabe, quieren mayoritariamente, no los jamaicanos, por supuesto, quieren que gane el norteamericano malo, Justin Gatlin, porque, salvo ara los patriotas, no hay historia más lucida que contar que la caída de un intocable a manos de uno que regresa del infierno. Y no habría caída más simbólica que la de Usain en Bolt en el mismo Pekín en el que nació su leyenda. Los aficionados de toda la vida están con Bolt, por supuesto, pues nada hay más hermoso de recordar a los nietos que haber contemplado creciendo a su lado el florecimiento y desarrollo de un atleta extraordinario, de los pocos que marcan época. Los técnicos, los que saben, no lo tienen nada claro. Y las semifinales solo les ofrecieron una certidumbre: hay partido. Gatlin está que se sale; Bolt mejora con cada zancada.

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Con viento a favor (2,1 m/s) y a flor de piel el ansia de marcar territorio, el norteamericano marcó el mejor tiempo en las series, unos 9,83s que intimidarían a cualquiera que no fuera Bolt. Comenzó arrogante, con un gesto de esclavo rompiendo sus cadenas (se supone que la cadena que le esclaviza a él, y al sprint mundial, se llama Usain) y terminó volando. “Y eso que no forcé hasta el final”, dijo Gatlin contradiciendo lo observado en la recta. “Mi entrenador me dijo que solo tenía que asegurar la clasificación”. El jamaicano corrió la serie siguiente, y con ligero viento en contra (-0,2 m/s) y una habitual salida afanosa lo hizo en 9,96s. Comenzó serio y nervioso, agradeciendo con un gesto amable el detalle de los organizadores de amenizar los prolegómenos de su serie con su Bob Marley y terminó con una sonrisa de satisfacción. “Estuvo bien mi carrera”, dijo Bolt, quien no consigue salir bien, quizás debido a la edad y a los problemas articulatorios, cadera, rodilla, tobillos, que ha sufrido esta temporada. “No fue perfecta pero sí mejor que Londres [su única salida del año antes de Pekín: 9,87s] y aún tengo que afinar técnicamente. En eso es en lo que me he concentrado, en los aspectos técnicos. Sabía que Gatlin había corrido muy bien, pero él es así y no me asusta. Solo quiero ir más rápido en la semifinal [domingo a las 13.10] y un poquito más en la final”.

No hay historia más lucida que contar que la caída de un intocable a manos de uno que regresa del infierno

“Y en la final correrá en 9,60s”, sueñan los periodistas jamaicanos que creen en su dios y en su profeta también, el Asafa Powell relajado y destensado que ganó su serie en 9,95s con viento en contra también. Creen más en él que en Gatlin, por supuesto, a quien, como Bolt, no respetan por considerarlo un antiguo, un macarra de la vieja escuela al que le gusta intimidar con su gestual y del que se ríen diciéndole, pero, ¿de qué vas, tío?. “A Tyson Gay le perdí el respeto cuando su positivo porque para mí había sido el único rival, el que me obligaba a ser mejor cada día”, declaró Bolt el sábado en una entrevista a L’Équipe. “Pero a Gatlin no le perdí el respeto por su dopaje, porque nunca le había respetado. Entre otras cosas, porque nunca fue mi rival”. Doble campeón mundial en 2005 de 100m y 200m y campeón olímpico de los 100m en 2004, Gatlin fue sancionado por cuatro años coincidiendo con el surgimiento de Bolt en 2008. Ahora, a los 33 años, ha regresado como un hombre con una misión que cumplir, como un pistolero del Oeste: para ajustar cuentas y cerrar dos ciclos, el de Bolt y el suyo.

Bolt sigue en el atletismo a los 29 años por el desafío olímpico de 2016, su gran motivación, pero, así lo reconoció en el diario francés, el éxito en Río pasa por mantener su imbatibilidad en el Mundial en Pekín. “Perder sería devastador”, dijo.

En las series, también deslumbró un segundo norteamericano, Trayvon Bromell, un chaval de 20 años y con mofletes de bonachón que corre como Gatlin, con zancada corta pero a una velocidad de vértigo. Suyo fue el segundo mejor tiempo, 9,91s.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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